martes, 21 de septiembre de 2010

LLEGASTE UN 21 DE SEPTIEMBRE


Llegaste a mi vida un veintiuno de septiembre,
entre la hojarasca de un otoño que despunta,
con la voz triste y apagada del silencio,
llegaste, con la luz mortecina de la tarde,
y arribó la noche, y se pegaron a nuestras costillas
los alientos cansados de quienes arden
en deseos de existencias venideras,
en augurios de amores pasionales
que no pueden dar frutos ni semillas
y llorarán las ancianas plañideras.

Llegaste, amor, como la refulgencia cegadora
de un astro que al desintegrarse atruena,
dejaste entonces un baño de dolor
que empañó, por meses, mi vida entera,
alumbrando, a duras penas,
un oasis de verdor bajo la aurora.

Llegaste y, a pesar de todo, te quedaste,
pues el dolor a veces se supera,
y un manto de esperanza, que todo entrega,
se extendió alfombrando nuestros sueños.
Llegaste, amor, llegaste, para nunca más marcharte.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "Piel de otoño", Óleo sobre tabla (1994), Francisco Trigueros,
(Colección particular).