jueves, 19 de abril de 2012

MI LAMENTO DE ARIADNA


Ahora sé que yo era el lastre
que te  impedía navegar,
la rémora que contrarrestaba el empuje del viento
y deshinchaba tus velas,
por eso, solo por eso y por nada más,
aprovechaste mi sueño
y el embeleso que me producía
tener por dosel un artesonado de estrellas.

Al despertar, solo el mar me acompañaba
con su vaivén cadencioso de danzarina de harén,
ya no pude divisar aparejos, ni proa, ni popa siquiera,
solamente la soledad sobre la arena.

Debí haber augurado tal final,
debí haber nacido Casandra y no Ariadna,
debí haber sido otra y no yo,
otra más cercana,
implantada en las células de tu piel,
compartida con tus íntimos secretos,
callada y oscura como ellos;
debí haber sido luna y no sol,
tinieblas y no luz,
silencio grave y no risas,
pero no lo fui y he aquí mi expiación.

¿Será este el lamento de Ariadna o será el canto del cisne?
Por si acaso, solo por si acaso y por nada más,
bruñiré el oro de mi copa,
no sea que se presente Dioniso,
coronado de parras y hiedras,
portando una botella de buen vino.

(Mayte Llera, Dalianegra)

Pintura: "Baco y Ariadna" (1578), Jacopo Comin (Robusti) Tintoretto. Palacio Ducal, Venecia

Safe Creative #1204181499380