jueves, 27 de diciembre de 2012

LA TIERRA GIRA



La Tierra gira
con la divina ebriedad de un derviche.

Del mismo y rotundo modo,
ese torbellino loco
que me invade cuando te diviso
en el dilatado trecho de mis pensamientos,
me obliga a girar sobre las puntas de mis pies
como la Salomé de Moreau,
portando el lirio blanco
que anunciaba la muerte de un profeta.

Rotando soy planeta en esta danza
desprovista de velos.

Rotando voy a tu encuentro rauda, ligera,
ingrávida,
circunvalando tu perímetro.

Rotando soy satélite
de esa vida que te alienta;
soy luna orbitándote en elipses,
recibiendo tu radiación,
tu luminaria creciente,
anterior al imperio de las sombras.

Rotando eres sol
germinando en mi conciencia,
abriendo los cráteres y sus borbotones,
abriendo los corazones escarlata
de las granadas maduras,
abriendo mi pecho al calor del abrazo
que crece con asombro,
que migra de la avidez al misterio.

Así mis hélices te recorren,
así este tránsito
de rotación y traslación en torno a tu flecha.

 Ya sólo el silencio legado por el último latido
—con su hoja fría
de cuchillo invicto— detendrá este movimiento.

(Mayte  Llera, Dalianegra)

Pintura: “Salomé danzando frente a Herodes” (1874-76), Gustave Moreau. The Armand Hammer Collection; Hammer Museum, Los Ángeles, U.S.A.
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