sábado, 15 de agosto de 2015

EUROPA


En una de las márgenes del Bósforo  
germinó la semilla de su nombre; 
se sembró al escupirla alguna boca 
desde la orilla opuesta, mientras el discurrir 
serpentino del agua la humectaba.

¿Qué se sabía entonces de occidente 
y oriente? Los humanos trasegaban sus rumbos 
persiguiendo la luz de las estrellas.

Nadie profetizaba su destino, 
no la consideraban más que un trozo de tierra, 
una insignificante región que las sibilas 
despreciaban altivas, sumidas en las sombras 
oscuras que provee la ignorancia. 

Todo nace minúsculo, creciendo 
con el soplo del tiempo, y así llegó a titán 
el embrión de esa tierra y de ese nombre. 

Sabemos que nació, sabemos que está aquí, 
y debemos saber que todo cuanto existe 
—incluso el brillo ardiente de las constelaciones— 
permutará colores y figuras
como pasan del blanco al gris las nubes, 
como cambia el vapor de forma al incidir 
el viento con su fuero.

(Mayte Dalianegra)

Pintura: "El rapto de Europa", Alexander Nedzvetskaya  

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